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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Allá por los años 20, el maestro Camilloni emprendió un viaje del que regresaría con una colección de calcos en yeso, copia de originales de obras clásicas que hoy integran la gipsoteca de la Escuela Superior de Bellas Artes Dr. José Figueroa Alcorta. 
En el altillo de nuestra biblioteca están reunidos en una especie de tertulia, silenciosa y en sombras aguardando nuestra visita de cuando en vez, y nos ven sentados en los caballetes de Caraffa, desandando un rito que ya tiene mas de 100 años.
Pero el arte y el pensamiento mas de muchas veces sino todas, asi, sin mediar protocolos "rompe los moldes" los interviene, los invierte, los cuestiona,. Curiosa forma en que esas figuras, hieráticas y calladas conocen el afuera.
Así  uno de ellos me eligió. Un relieve decorativo, un paria en el snobismo decorativo minimalista. Vegetal pero no por ello austero me recordó los detalles de un mundo que no habité.
 
 
 
La hoja de acanto ha sido protagonista de motivos decorativos desde la antigua Grecia hasta América, en todo quehacer que culturalmente nos remite a nuestra herencia grecolatina. Su uso en arquitectura, molduras, talla, mosaico, herrería es incalculable. Pero la forma en que llega a quienes se han dado a la tarea de producir imágenes es a través de los patrones traídos desde Europa como calcos de los originales, modelos que han de servir a fines pedagógicos, donde la norma, la simetría, la austeridad o la sobreabundancia fueron aprehendidos.
 
Acanthus Mollis, aguada
 
 
 
 
 
 
La aguada de tinta ha sido un recurso expresivo poco habitual en nuestra cultura occidental. Por su carácter espontáneo y gestual se aleja de la concepción de norma o módulo decorativo que posiblemente haya tenido por objetivo el calco del que resulta punto de partida mi producción gráfica.
Decido trabajar con éste lenguaje obedeciendo  una pista que la intuición me sugiere y me oculta, pero desoyendo la paradoja entre lo pautado, simétrico y rítmico del modelo de yeso y lo aleatorio y casual de la pintura de aguada que, como el agua que aporta su medio,  fluye de acuerdo a la ley del tiempo donde lo que ocurre una vez ya no vuelve a repetirse.
 
 
 



 
 

lunes, 3 de octubre de 2016


 
Por qué tenemos que hacer buena letra

 

 

Por consideración, me dijo hace poco un médico.                                   

La solidaridad gráfica, parece una emergencia, una posdata de una de las consecuencias sociales de la escritura: escribimos claro y bonito para que nos entiendan. En principio el signo gráfico es aprendido para ser admitidos en el acuerdo que propone una lengua y un idioma, pero esa tarea nos es encomendada desde la infancia, cuando aún no somos capaces de discernir su “para que”.
Todo en el signo gráfico es normativo

 
 
 
 

Sin embargo la acción de escribir, no se agota en si misma al arribar a las sagrados aposentos del acuerdo, sino que por alguna razón acorde a nuestra naturaleza se aparta de los moldes de la uniformidad incurriendo en una búsqueda estética. Allí es donde el signo gráfico se llamará “letra”. Y es precisamente aquí donde quiero descansar mi pulso.

Letra.

Te escribo , te borro, con el codo,, porque ya no me interesa como suenes o como te lean,, me gusta cómo te ves. Asi ahora voy a trazarte. De la línea que te asiste voy a aprovecharme, “Tes”

“Ies” “,Eles”  , “Ques”   “Jotas”   las llamo por sus mayúsculas , las despierto como en un conjuro. ¡Oid ¡
 


 


 
 
 
 
 
Los puntos sobre las ies
“I “de insignificante. Escueta, apenas recostada sobre su hombro derecho, asi aprendí a dibujarte, en una fila rectilínea sobe el renglón , una de la mano de la otra en un oleaje discreto , ondulante como la superficie del agua cuando la inquieta el viento. Por qué ese punto sobre tu cima, un punto cefálico, a modo de tosca cenefa , interrumpiendo las metáforas que acuden a tu forma?
Ese punto que te fija te recuerda del atavismo normativo , el punto sobre la “i”, “i” de innecesario, de insufrible , de incorrecto.